— Es cierto. —La voz titubeó—. Pero he de pensar en ellos. ¿Qué sentiría n
mañana al despertar cuando vieran que me fui de nuevo, y esta vez para
siempre? Además, la madre sabe lo que soy; lo ha adivinado como tú. Creo
que todos lo adivinaron, aunque no hicieron preguntas. Cuando no se puede
tener la realidad, bastan los sueños. No soy quizá la muchacha muerta, pero
soy algo casi mejor, el ideal que ellos imaginaron.
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