Afuera, brillaba el inmenso cielo azul de Marte, calurosoy tranquilo como las aguas cálidas y profundas de un océano. El desierto marciano se tostaba como una prehistórica vasija de barro. El calor crecía en temblorosas oleadas. Un cohete pequeño yacía en la cima de una colina próxima y las huellas de unas pisadas unían la puerta deo cohete con la casa de piedra. De pronto se oyeron unas voces que discutían en el puso superior de la casa. Los hombres se miraron, se movieron inquietos, apoyándose ya en un pie, ya en otro, y con las pulgares en el cinturón tamborilearon nerviosamente sobre el cuero. Crónicas Marcianas. - Ray Bradbury.
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Por qué usas gorra? Que falta de respeto